Francisco Terán, el ser más odiado de Pasto

Luis Carlos Burbano

¿Cuál es la persona que más odian los políticos en Pasto? Y, ¿los funcionarios, los señores de la Cámara de Comercio, de Corponariño, el Sena, los alcaldes y los periodistas?La respuesta es obvia. Se llama Francisco Terán Sánchez, quien con su aciaga manera de actuar ante un micrófono se ha ganado una malquerencia general, como nunca antes se había visto en Pasto.Parece increíble que una sola persona sea capaz de ganarse la animadversión y el desprecio de un alto porcentaje de la comunidad, como lo ha hecho Terán Sánchez, pero es así.Lo importante ahora es que afortunadamente la gente ha comenzado a despertar de un insólito letargo.¿Cómo era posible que prestigiosos políticos, exitosos empresarios y funcionarios, se dejaran humillar de manera impune por este personaje? Hay que decirlo, para que esto ocurriera imperaba la ley del miedo, el temor, el desasosiego, de verse perjudicados por su lengua viperina y venenosa. Esta era la causa principal para que muchos le rindieran pleitesía, se avasallaran ante sus injurias y tuvieran que recurrir a la entrega de cuñas para callar sus ataques.Pero ahora los tiempos están cambiando. Los moradores de Pasto se cansaron de los abusos y desmanes de este señor, que quién sabe qué se creyó y ya no están dispuestos a aguantar más sus funestas acciones, que realizó durante tanto tiempo, como un reyezuelo o un dictador de republicana banana, sin que nadie se sintiera capaz de revirar o defenderse.Francisco Terán Sánchez es el ser más odiado de Pasto y él lo sabe. Por eso, en las calles de la ciudad anda agazapado como una rata, con la mirada inquieta, mirando para todos lados, melindroso del golpe justiciero que puede llegar de cualquier parte, proveniente de alguna de sus incontables víctimas, a las que alguna vez perjudicó con sus acciones malsanas.A Terán Sánchez le ha llegado la hora de rendirle cuentas a la comunidad. Tal vez los pastusos le hubieran perdonado sus conocidos extravíos sexuales si hubiera sido una persona decente y justa, como lo son muchos de sus congéneres, pero él está muy lejos de serlo. Al contrario, es un ser ponzoñoso, un escorpión, siempre listo a clavar su aguijón. Pero ahora no le será tan fácil atacar impunemente, como era su artera costumbre, porque Pasto ya no está dispuesto a soportar más sus iniquidades. Poco a poco, ya lo debe estar sintiendo, Francisco Terán va a sentir el vacío y el desprecio que se labró con base en su accionar malvado y rastrero, en el que sacrificó y hundió muchas personas, acabando con sus honras. Pero, definitivamente, es muy cierto aquello que dice que "con la vara que mides serás medido".